En la sociedad contemporánea, la unión
entre guerra y religión ocurrió, a grosso modo,
a través de la consagración de una identidad étnica,por
un proceso verificable de construcción social de una identidad
colectiva dada. Los grupos humanos (pueblos, naciones, minorías,
tribus, movimientosreligiosos, etc. y sus líderes o “empresarios”
políticos) tienden a movilizar los siguientes recursos simbólicos:
a) la escritura sagrada de la memoria colectiva;
b) la transformación de un territorio dado
– en el cual el grupo afirma poseer sus orígenes históricos
– en un Territorio Sagrado;
c) la identificación de un Enemigo, al mismo
tiempo real y simbólico, visto y emotivamente experienciado
como la Antítesis, lo Demoníaco, responsable por todos
los males y frustraciones que afligen al grupo social. Así
definida, la identidad étnica toma la apariencia de lo Puro
contra lo Impuro. De esta manera, la idea de recurrir a la violencia
sagrada es legitimada. Las religiones van a la guerra cuando se dan
las circunstancias históricas apropiadas: cuando se conjugan
etnos y ambiciones políticas. Sin esta última –
sin la autonomía de la política – el resurgimiento
de las guerras religiosas y el compromiso de las religiones en las
guerras contemporáneas no puede ser explicado
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Enzo Pace
Università di Padova – Italia